
El país belga es un paraíso para aquellos que aman el dulce. Y no es para menos. El olor a chocolate y gofres inunda las calles de cualquier ciudad de Bélgica. Godiva o Neuhaus son de las chocolaterías más reconocidas no solo en Bruselas, sino en el mundo entero. Pero, admitámoslo: cualquiera puede hacerse con una tableta de Godiva sin necesidad de pisar Bélgica. Si te apetece probar un pedacito dulce que sólo puedas comer en Bélgica, estas son mis recomendaciones:
Le funambule
Esta pequeña franquicia de Bruselas está ideada para aquellas personas que quieren probar el dulce belga por excelencia: el gofre. Ambos locales se sitúan en pleno centro de la capital belga. Uno de ellos en Rue de Tabora, muy cerca de la Bolsa. El otro en la Rue de l’etuve. Probablemente este sea el que más le interesa a la mayoría de los viajeros, puesto que se encuentra a la vuelta de la esquina de uno de los símbolos más reconocidos de la ciudad: El Manneken Pis.
Mi recomendación es que disfrutes de un suculento desayuno frente a la estatuilla del niño meón. Le funambule tiene más de 20 tipos distintos de gofres para todos los gustos y bolsillos. El más sencillo lo podrás degustar desde un euro. Los más caros rondan los seis euros. Y puedes hacer distintas combinaciones con chocolate, siropes, nata, fruta…¡Para chuparse los dedos!
The Old Chocolate House
A solo cinco minutos a pie de Grote Markt -la plaza principal de Brujas– se encuentra mi chocolatería belga favorita: The Old Chocolate House. El local, situado en Mariastraat se divide en dos plantas separadas.
La planta de arriba es donde se localiza una cafetería donde podrás degustar sus chocolates cómodamente en la mesa. Al ser una pequeña sala no hay mucho sitio para sentarse, por lo que te aconsejo que evites las horas puntas para que no tengas que esperar. Generalmente suele haber más gente a la hora de merendar, (sobre las 17:00) que a primera hora de la mañana. Yo fui para desayunar sobre las 10:30 y no tuve ningún problema. Incluso pude coger sitio cerca de una las cristaleras para poder ver las vistas.
Nada más sentarte, te darán una carta con una amplia variedad de chocolates. Podrás probar desde los más clásicos (chocolate puro, chocolate con leche y chocolate blanco) hasta sus variantes con caramelo y pepitas. En la carta no solo encontrarás chocolate. También hay una oferta grande de gofres y batidos. Yo opté simplemente por una taza de chocolate blanco y te aseguro que no me arrepentí.
Pero lo que más llama la atención no es su gran carta, sino la forma de servir. Te darán por un lado una enorme taza con leche. Y, por otro, un cuenco con pepitas de chocolate –si te lo pides de chocolate negro, el propio cuenco también será de chocolate-. La gracia está en que tú mismo serás el que hagas la mezcla. Una experiencia única que te costará, dependiendo del chocolate que elijas, entre cuatro y cinco euros. Puede que encuentres chocolate más barato, pero te aseguro que por el tamaño de la taza merece la pena.
La planta baja es una tienda donde podrás comprar figuras hechas con distintos tipos de chocolate. También, encontrarás sus clásicas bolsitas con pepitas de chocolate. Estas son las mismas que te sirven con leche en la planta superior. Si quieres repetir la experiencia en casa, podrás comprar una bolsa pequeña por cinco euros aproximadamente.
Además, si no tienes tiempo para hacer una parada en tu excursión por Brujas, en la planta baja podrás comprar un vaso de chocolate para llevar. El precio es también más económico, ya que solo te costará dos euros. Pero no podrás elegir el tipo de chocolate ni poder hacer tú mismo la mezcla ¡Tú decides que opción eliges!


