
Ya has elegido el destino de tus sueños. Has comprado los billetes del avión, has conseguido una buena oferta en ese hotelito tan mono que tenías fichado desde hacía meses…Pero es pensar en los preparativos del viaje y te estalla la cabeza. Aunque hay muchas visitas que puedes hacer, no tienes ni idea de cómo organizarte. Si quieres saber qué pasos suelo seguir para organizar mis escapadas, sigue leyendo:
1) Buscar datos prácticos del destino
Para tener una «primera toma de contacto» con el lugar a donde voy a viajar, me gusta tener claro una serie de aspectos básicos: franja horaria, moneda, voltaje…Saber estas cosas te permite ahorrarte más de una sorpresa cuando llegas a la ciudad. Por ejemplo, si vas a Londres, es posible que tengas que comprarte un adaptador para el enchufe y, por supuesto, cambiar tu moneda por libras. Además, si vas desde España tienes que saber que en la capital inglesa es una hora menos (a no ser que vayas desde Canarias)
Por eso, te recomiendo que busques esta serie de cuestiones y que las apuntes en una libreta, sobre todo por si descubres algún aspecto que no esperabas, especialmente si tiene que ver con la corriente eléctrica o divisa del país. A medida que se vaya acercando el viaje son cosas que tendrás que revisar detenidamente.
2) Mirar qué ver
Si uno piensa en París automáticamente le viene a la cabeza la Torre Eiffel o el Louvre. Si piensa en Roma, en el Coliseo y la Fontana de Trevi…y así podríamos seguir, nombrando ciudades y sus atractivos turísticos más conocidos. Pero cualquier destino, bien sea una gran urbe o un pequeño pueblecito, tiene más que ofrecer que lo que conoce todo el mundo. Para ver todo lo que hay en una ciudad siempre suelo:
Ver blogs de viajes. Seguro que hay más de un viajero que ya se ha escapado al mismo destino al que vas a ir tú (y si estas páginas no te fueran familiares, no estarías aquí leyendo esto). Es probable que, al igual que para mí, esta sea tu primera opción. Los blogs de otros viajeros siempre recogen sus propias vivencias personales y aspectos únicos que probablemente no leas en ningún otro lado. Aun así, si quieres ampliar la información que encuentres siempre puedes…
Consultar una guía de viajes. Desde las más clásicas, como las de Lonely Planet, las guías de viaje han acompañado a los turistas desde hace décadas. En ellas encuentras un poquito de todo, desde la historia del país, pasando por recorridos recomendados hasta restaurante y hoteles. No obstante, me parece una opción más aséptica que la anterior. En sus hojas nadie te va a contar experiencia propia, que al menos yo es algo que valoro mucho.
Mirar páginas oficiales turísticas del país. Casi cualquier rincón del planeta cuenta con su propia página oficial donde podrás informarte de todas las actividades que se pueden hacer allí. A mi gusto, es igual de impersonal que las guías de viaje y a veces están algo desactualizadas (por no hablar de algunas que no son muy atractivas visualmente). Pero te pueden servir de primera toma de contacto.
Te aconsejo que pilles la misma libreta y, con calma, vayas mirando todas las páginas webs que encuentres, incluso las guías de viaje (no hace falta que las compres, seguro que en la biblioteca de tu ciudad puedes pedirla prestada como cualquier otro libro). Apunta en la libreta todos aquellos sitios que te llamen la atención, sin importar si piensas que no te va a dar tiempo a verlo o si está demasiado lejos de tu hotel. Ya habrá tiempo de descartar.
Al mismo tiempo que vas haciendo esa lista, puedes ir anotando algunos apuntes claves. Por ejemplo, si quieres ver un determinado museo, puedes apuntar al lado su horario, cuánto cuesta la entrada o incluso si ofrece algún tipo de descuento o si algún día la entrada es gratuita. También, puede ser útil que recojas si se puede reservar o no la visita por adelantado, o incluso si pilla cerca de alguna parada de metro (o cualquier otro tipo de transporte público)
3) Seleccionar qué ver
Ahora viene el paso más difícil. Seguro que has llenado hojas y hojas con cosas que te apetece hacer en la ciudad (visitas, monumentos, restaurantes…) pero seamos realistas: vayas el tiempo que vayas, es prácticamente imposible hacerlo todo. Por eso es necesario que selecciones lo que más te gustaría ver. Aquí el criterio es personal. Yo suelo descartar primero aquellos sitios que pienso que están muy lejos del resto de visitas que quiero hacer, pero cada uno puede seguir la pauta que le convenga.
Una recomendación extra: si vas a hacer bastantes visitas o coger mucho transporte, mira si te interesa hacerte con una tarjeta turística. Estos pases suelen ofrecer la entrada gratuita (o con descuentos) a las mayores atracciones turísticas de la ciudad, incluso en algunas ocasiones cuentan con la opción de poder usar el transporte público de forma ilimitada. Yo nunca he cogido una de ellas porque los descuentos con carné joven suelen ser mejores que los que ofrecen este tipo de tarjetas, pero puede que no me haya topado con la ciudad donde esta opción sea más conveniente.
4) Reservar algunas visitas
Una vez que tengas claro qué es lo que vas a hacer en el destino, una buena forma de ahorrar tiempo (e incluso alguna que otra decepción) es reservar con tiempo la entrada a algunos de los sitios que quieres reservar. Esto es muy importante, ya no solo por ahorrarte largas colas, sino porque hay algunos sitios que requieren reserva previa vía web. Por ejemplo, si quieres visitar la casa de Anna Frank por la mañana, es necesario haber reservado los tickets previamente en su web. Lo mismo ocurre con la Alhambra.
Contra antes hagas este tipo de reservas, más posibilidades tienes de obtener la entrada en el día y la hora que desees. Esto es importante sobre todo en verano. En los meses de julio y agosto es cuando las ciudades reciben más visitantes y muchos de ellos se concentran en los mismos sitios, por lo que los tickets se suelen agotar con facilidad. Si reservas con un par de meses de antelación, es bastante difícil que te quedes sin ellos. Eso sí, ten en cuenta que hay algunas webs que permiten las reservas con un margen excaso. Volviendo al ejemplo de la casa de Anna Frank, solo te permite adquirir los billetes dos meses antes.
5) Trazar la ruta
Ya sabes lo que quieres ver e incluso tienes ya las entradas de algunos sitios clave. Ahora queda otra de las partes complicadas de la planificación: Qué día veo qué cosa. Puede ser una tarea bastante ardua si no visualizas la ciudad. Por ello, mi consejo es que cojas tu libreta, un ordenador y vayas buscando en Google Maps los sitios que has ido apuntando.
Al ver su ubicación en el mapa, te será más fácil ver que otros lugares se encuentran cerca del museo (monumento, cafetería o lo que sea) que quieres ver e ir trazando una ruta de sitios que ver cada día. Diciéndote esto, está claro que te recomiendo que vayas haciendo un itinerario con aquellos lugares que estén más cerca entre sí.
Google Maps puede ser algo traicionero dependiendo de lo ampliado que tengas el mapa en tu pantalla. Alguna vez parece que de un sitio a otro hay mucha distancia y viceversa. Para ahorrarme ese tipo de problemas, siempre suelo seleccionar la opción «cómo llegar» y pongo los dos lugares que quiero ver.
Este paso es uno de los más personales, especialmente porque siempre suelo buscar ir andando de un sitio a otro (aunque no siempre es posible). Quizás hay personas que no les importe ir de una punta a otra de la ciudad, o que por el motivo que sea no puedan ver el mismo día dos lugares que se encuentren cerca. En ese caso, siempre es una buena opción cerciorarse del transporte público que uno tiene a su disposición.
Además, si no te va el rollo de tenerlo todo tan sumamente planificado, siempre tienes la opción de hacer un tour guiado por los sitios más importante de la ciudad, como es el caso de los free tour. Yo nunca he hecho uno, pero he oído hablar muy bien de ellos (si me lo recomiendas, ¡no dudes en dejar un comentario abajo!).
6) Hacer mapas
Sí, Google Maps está muy bien, pero seguro que no te apetece gastarte más datos de los necesarios cuando vayas a tu destino. Y los mapas tradicionales están muy bien, pero a veces pueden resultar un poco liosos cuando no estás acostumbrados a ellos (o será que yo he nacido en la era de la tecnología y usar uno me suena algo antiguo).
Así que, a no ser que tengas una memoria fotográfica excelente, te recomiendo que, una vez que hayas trazado una ruta, vayas haciendo «capturas de pantalla» del recorrido que tienes en mente. Cuando estés en tu destino te ayudará enormemente tener estas «imágenes» a la hora de ir de un sitio a otro.
Tienes dos opciones: o bien imprimirla (y talar múltiples árboles) o guardar cada una de estas capturas en el móvil. He de admitir que al principio yo era más de la primera opción, pero luego descubrí que era más práctico llevarlo en el teléfono. Además, al no tener que gastar tinta podía permitirme el «lujo» de hacer las capturas todo lo detalladas que quiera (es decir, ampliar más el mapa aunque eso significara dividir el mapa en varias capturas).
Y créeme: cuando uno está perdido en una ciudad que no conoce agradece tener a mano el nombre de una calle o hasta el más tonto detalle. En Google Maps aparecen hasta el nombre de algunos establecimientos que te pueden servir de referencia para ubicarte. No obstante, si estás muy muy desorientado, como último recurso siempre te quedarán los datos.
7) Cambiar dinero…y comprar un adaptador
Por último, antes de subirte al avión revisa todos los datos prácticos del primer paso por si necesitas cambiar dinero u otro detalle importante. Sí, en el propio aeropuerto puedes hacerte con la divisa del país, pero ahorrarás tiempo si es algo que ya «llevas hecho de casa». Pasa lo mismo si necesitas hacerte con un adaptador para los enchufes. Seguro que no te apetece dejar de disfrutar de alguna de las visitas que tienes programadas por estar buscando una tienda donde comprar uno.
